21/12/06

Respecto al tema de la papelera que se está instalando en la margen oriental
del Río Uruguay, los editores independientes debemos saber cuál es el papel
que nos toca..



Demandemos a la empresa finlandesa haga público la información sobre el
destino que habrá de dársele a la pasta que procesen, al papel que
fabriquen.



Toda actividad industrial daña en mayor o menor medida al medio ambiente.
Conflictos como el actual se manifiestan cuando en el análisis de costos y
beneficios las sociedades consideran existe una injusticia, y que los
gobiernos que han elegido no defienden sus intereses. En este caso, por
ejemplo, los vecinos de Salto dan a la promesa de generación de empleo
(frente al problema del desempleo el trabajo es una mercadería que cotiza en
alza) mayor valor que a la cuestión medioambiental. Evidentmente no se le
puede pedir a un individuo o a una sociedad que piensen en su futuro si no
pueden asegurarse un presente. En tanto, para los vecinos de Gualeguaychú,
no hay balance. Los beneficios son nulos y solo pueden sopesar las pérdidas
que por ser “a futuro“ no son menos reales.



Desde el gremio de la edición creemos que hasta ahora no se ha podido hacer
una evaluación cabal del problema. Para ello, Ambas sociedades tienen
derecho a informarse sobre el destino del papel que producirá la pastera
europea. Evidentemente en cualquier análisis no tiene el mismo peso un kilo
de papel destinado a la reedición de un clásico, o de cualquier otro libro
que contribuya a la cultura a través de la bibliodiversidad, un libro que
beneficie al desarrollo intelectual y espiritual de la humanidad, que un
kilo del mismo papel destinado a un libro que pretenda la autoayuda de un
único lector. No puede darle lo mismo a una sociedad que se corte un arbol y
se contamine un río para la fabricación de un papel que habrá de publicar
para nosotros y nuestros desendiente un poema de Idea Vilariño que otro que
habrá de decirnos que nos espera el año entrante según el Horóscopo Chino.



Exigimos a Botnia informe al público cuántos kilos de su produción habrá de
destinar a la edición de libros con contenidos de calidad. Cuántos a la
edición de libros de dudosa calidad. Cuántos a libros basura. Cuántos a
diarios amarillos y revistas de la farándula. Cuántos a suplementos que solo
leemos cada tantos años cuando queremos mudarnos o cambiar de auto, pero que
tiramos a la basura (sin clasificar), a diario. Cuántos a formularios
contínuos. Cuántos a facturas y recibos comerciales. Cuántos a tarjetas de
buenos deseos y cuántos a chequeras y a papel moneda. Cuántos a billetes de
lotería ganadores, y cuántos a los otros. Cuántos a cajas PAN y cuántos a
cajitas felices. ¿Habrá la producción de beneficiar la Botnia a los
cartoneros argentinos o a los uruguayos? ¿O el papel que se produzca
envolverá los regalos de Navidad de las familias finlandesas en el 2008?



Todos tenemos derecho a saber.

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