11/12/06

Aguafuerte provenzal

Cuando vemos las fotos bucólicas de la verde campiña alfombrada de flores salvajes amarillas, rojas, violetas no vemos las moscas de mierda que están allí, esperándonos para cagarnos el día. El paisaje es un hecho visual. La habitación es una experiencia sensorial más completa que incluye lo proxémico, lo kinético, la experiencia de vida… Malditas moscas! La foto del paisaje de la playa tropical nos invita a recostarnos bajo la seguda o tercera palmera. Pero hasta que no viajamos a la playa no percibimos lo humanamente enfiladas que estan esas palmeras. No vemos los cocos que están allí esperando para dejarse caer irresistibles sobre el primero de los turistas que decida hecharse una siesta bajo el campo de su dominio. O sea, justo donde apoyamos el coco, si el sol no los permite miramos hacia arriba y vemos un coco en potencial caida.

Asi me imagino Arles en verano. Con el sol y el cielo azul que faltan estos días…, pero seguramente con miles de turistas que arruinarían cualquier situación, que abortrían cualquier epifanía.

Bueno, eso son imaginarios míos, suposiciones, inducciones… Pero este, el Arles d´hiver, es otra cosa. La Plaza del Forum que según las guías más cancheras y actuales es “el lugar más animado de la ciudad“ tiene la mitad de sus bares cerrados. El Chalet L´apostrophe que en oposición a su arquitectura pseudo-campestre ofrece wi-fi, llama a una Soiree des Madmoiselles y convoca a dos minas aburridas y seis argelinos borrachines. El resto, frío. Desolado. Caro. Abierto para los pocos turistas que este fin de semana, de 8 de diciembre día de la inmaculada concepción, son catalanes e italianos, como Bernato, el niño que me había despertado esa primera noche a la 1:30, y la segunda, a las 23:30, cuando decidimos, para el caso, ponernos a charlar en un italiano mendicante, como viejos amigos: “Caro Bernato, me despertasta noche, también hoy, por favor, fijate el número que marcás“.

Algunos pensarán, qué hijo de puta, tres meses en Francia y yo me siento solo, me aburro bastante, sigo dando las mismas vueltas que daba en mi casa para ir al grano, para ponerme en eje, para encontrarme. Y la gente no es demasiado interesante, o no es amable. Y hace frío. Y se come de 12 a 13:30 y ojo con llegar a las 13:30 que no tu dinero no vale, y de 19 a 20:30, te dás cuenta? Anochece a las 17! Y solo hay 7 canales de tele. De los cuales uno está en alemán y otro en italiano. El alemán no lo entiende nadie y todos saben que la televisión italiana es bastante berreta. Y las películas yanquis están dobladas. Y no hay ascensores!

Que no me quejo, que ya voy a llegar a donde estoy yendo.
Tengo que ser un poco más paciente. Y poder “hacer foco“. Lo digo para mi, y lo escribo para mis amigos que me leen. YA VOY A LLEGAR A DONDE ESTOY YENDO. Sino me distraigo haciendo un libro sobre Arles, que hoy de aburrido se me ocurrió. Pero para que se imaginen, pensé que se llamaría Una hora en Arles y que haría todas las fotos en 60 minutos. Creo que exagero, que en dos horas me saldría mejor, pero 2 horas en Arles no es buen título…

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